1. Cuida la dieta:
Parece obvio pero no lo es. No significa ponerse a régimen, significa recortar en todo aquello que provoque hinchazón y flacidez. Hay que cortar de raíz con las bebidas gaseosas, que van directamente a la maldita zona. Aportar fibra en la dieta ayuda a mantenerse deshinchado y es bueno para la piel (dos por uno)
2. Camina:
No hay que machacarse en el gimnasio para rebajar la tripa. Con caminar algo más de lo normal, estamos activando todos los músculos de nuestro cuerpo. Mantener erguida la postura ayuda a hacer fuerza con el estómago y endurecerlo.
3. Utiliza las escaleras:
Sí, el ascensor es muy cómodo pero subir un par de pisos con la cabeza muy alta sin utilizar la tecnología hace por los músculos abdominales más que tres series de cien abdominales. Si se hace todos los días, la constancia ayudará.
4. Limpia y recoge los armarios:
Un movimiento tan sencillo como agacharse y levantarse para ordenar las estanterías o limpiarlas ayuda a activar la zona abdominal. Cuidado con la espalda y las malas posturas pero unas cuantas repeticiones ayudarán más que una clase de media hora de fitness.
5. No te obsesiones:
Los resultados no son inmediatos, hace falta tiempo. No te obsesiones con conseguir esta meta en muy poco tiempo e intenta incorporar las rutinas a tu día a día. Verás cómo los resultados son evidentes en menos de lo que te imaginas y sin que te des cuenta.
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